Degustando dos típicos manjares panameños


 07 de Mayo de 2012

elmaridaje.com - Degustando dos típicos manjares panameños

De verdad me tienen que entender, soy amante de la comida y mi mayor placer es poder disfrutarla eso sí, bien acompañada con la bebida adecuada. Siempre ando en busca del maridaje ideal, cuando voy a un restaurante todo el tiempo pienso en cuál bebida es la perfecta para acompañar tan delicioso manjar. 

Por eso, recorro la ciudad en busca de sabores diferentes, de platillos que me dejen sin aliento y que al combinarlos, la fusión sea perfecta. “Pienso que soy el cupido gastronómico, porque me encanta conseguirle la pareja ideal a los platillos que pruebo”.

Así que aquí les va la primera del inicio de este viaje. Hace unas semanas anterior después de salir del trabajo tenía que ir por mi hija menor a un evento de Canta Conmigo, así que como iba temprano decidí cenar a un lugar llamado “Pencas” que queda muy cerca de allí. El lugar es muy tropical e invita a comer mariscos, me senté en la terraza para disfrutar de la fresca noche de verano en Panamá y contemplar las estrellas, ya saben un minuto de relajación después de un día duro de trabajo. 

Lo primero que pedí fue un ceviche de pulpo, claro marida muy bien con la fresca noche al lado del mar en un ambiente bien tropical y con música de playa. Error, mi delicioso pulpo no sabía bien estaba muy lejos de ser ceviche y creo que el pulpo estaba aburrido de ser servido y el sabor se le quedó en el mar. Sin embargo, más que molestarme me dije que todos tenemos derecho a una segunda oportunidad, así que ese pulpo no iba a dañar mi cena. Con mucho respeto le comenté a la dama que atendía y de inmediato me ofreció uno de camarón y mil disculpas. Honestamente pensé que me iba a hacer mala cara, pero no fue así y me sentí como un cliente apreciado.

Cuando llegó mi ceviche de camarón todo volvió a la normalidad, estaba delicioso, fresco y bien crujiente. Así que me dispuse a pedir una corvina al ajillo y un vino blanco, un Sauvignon Blanc joven chileno que había visto en el menú. Imagínense un trozo de corvina grueso, blanco y muy jugoso (por el aspecto, me estaba diciendo adiós esa recién pescada corvina). Al cortarla con el tenedor, ni loco con cuchillo, demostraba toda la delicadeza que tiene ese pedigrí panameño que junto con el baño sutil de salsa de ajo y vino blanco, acariciaban sus jugos. Un plato delicado en sabor pero excepcional en composición. El joven chileno blanco con sus notas a manzana verde, muy frutal (como cuando entras a una frutería) y un toque de ácido hicieron que el encuentro en mi boca fuese gratificante; cerré mis ojos, levanté levemente la mejilla y suspire mientras se deshacía todo en mi paladar. Al degustar estos dos típicos manjares panameños, que fueron hechos a la perfección, tal cual me los imaginaba, mi noche finalmente cerró con broche de oro el día.

Quiero dejar claro que todo lo que comí estaba delicioso y quedé muy satisfecho, el personal fue muy amable, los cambios fueron rápidos y llegué a tiempo para recoger a mi hija para ir a casa y descansar con el estómago y el paladar contento.

Escrito por:

Roger Gonzalez

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